El concierto de Loli Molina y Pedro Rossi en un repleto Galpón Vibra de Olavarría.
Claro que es más rápido y directo ir por la autopista. Por donde va todo el mundo, si ya está todo inventado, con qué necesidad nos vamos a poner a improvisar o explorar otros caminos.
Pero ya sabemos cómo es. Nunca faltan los descarriados, los ¿quién dijo que hay una sola manera de llegar a destino? ¿Por qué no tomar el riesgo de ir por otro lado? El viaje es más difícil, ni lo duden, cargado de la incertidumbre de vaya a saber uno dónde carajo vamos a parar. Y hasta en algún momento podemos llegar a pensar quién nos mandó a bajarnos de la autopista e ir por acá, y podemos añorar esos viajes de acelerador a fondo. Palo y a la bolsa, como Dios manda.
Cambiar certezas por dudas ¿Qué diría Iorio de esta versión de Almafuerte o cómo recibirían los puristas santiagueños del folclore puro y duro a este dúo de Loli Molina & Pedro Rossi?, se preguntan y se ríen ellos mismos en esta segunda fecha de la gira que recién arranca y los trajo el domingo a la noche al repletísimo Galpón Vibra de Olavarría.
¿Sería más efectivo un folclore festivalero, sería más aconsejable un terreno un poco más firme para la música popular latinoamericana? Sería hasta más cómodo para todos. La famosa zona de confort, donde todos nos sentimos más seguros.
Será por lo que tanto nos han repiqueteado con las mismas fórmulas o será por cómo nos comimos el verso de la uniformidad, como dijo la propia Loli después de la versión de Sé Vos, emocionante con esas voces y esos arreglos sutiles a los que les falta tomar mucha sopa que imagina ella misma le tiraría Iorio al escuchar.
O será por toda la valentía que hace falta para salir de ahí aunque sea un rato, vivir otro tipo de experiencia, arriesgarnos, ver qué hay del otro lado del paredón aunque no nos animemos a saltar.
